viernes, 27 de octubre de 2017

RIVER BOW FALL AND LAKE LOUISE






















Con la calefacción a toda marcha me duermo soñando con los que, guiados por los indígenas de la zona, "descubrieron" el Lago Louise en 1882. Los indígenas STONEY que la habitaban lo llamaban “El lago de los peces pequeños” porque siempre algunos sobrevivían, minúsculos, a los hielos del invierno.
Sin embargo este nombre no les pareció bastante ilustre a los conquistadores anglosajones, así que lo rebautizaron con el nombre de LAKE LOUISE en honor de la hija de la reina Victoria, esposa del gobernador general de Canadá en la época.

Esta mañana hace un frio acuchillador con todo y anorak tropical, la niebla nos envuelve pertinaz y apenas deja vislumbrar al Roam que me llevara al pueblo del lago Louise gratis, sí, así como suena, porque estamos a finales de mayo y empieza la temporada turística en el parque. Todo con el objetivo de restringir en la medida de lo posible la entrada de vehículos privados en esta zona de tan delicado equilibrio. ¿No se lo tendrían que apuntar algunos?
Vamos subiendo los 4 km por entre los abetos que se alzan majestuosos sobre la nieve hasta los 1731 m curva mas curva aprisionados por las montañas altivas tachonadas de plata. Y, perdida ya toda esperanza, se produce el milagro. Aparecemos en una explanada frente a un lago glacial custodiado por altos picos de nívea blancura. El sol ha desgarrado la niebla y viene a contemplarse en las aguas heladas del lago que poco a poco van cuarteándose bajo su caricia. Me acerco a la orilla embelesada, me apodero de un trozo de cristal y me lo paso por la cara deseándome suerte.

Somos pocos a esta hora de la mañana, el jardín del hotel Fairmont parece encantado, luego vendrán las hordas de fin de semana, me dicen, que todo lo pervierten, que gritan, que se contorsionan, que hacen carreras por la senda que bordea el lago y aplastan todo lo que queda a su paso.
¡Qué privilegio! Me digo. Sólo dos o tres personas más enamoradas de la Naturaleza, contemplando el azul que se atisba en las grietas del hielo, los brotes esmeralda de los rododendros, los reflejos irisados de este sol generoso por el sendero de 3 km que lleva al nacimiento del lago, al pie de los glaciares.
En unos cuantos días más fundirá el hielo y las aguas recuperaran su glorioso azul turquesa gracias a las partículas arrastradas de los glaciares, suspendidas en la superficie, que refractan la luz solar. Vuelvo a Banff con mi Roam amigo.

Por la tarde decido llegar a pie a la BOW FALL atravesando el puente y cogiendo el sendero a la izquierda. Unas escaleras mortalitas para pasar un promontorio y de repente la tan cacareada catarata que ha resultado ser un saltito de agua de 10 m en medio de un parque manicureado y accesible para toda clase de vehículos, teniendo en cuenta a las familias con niños y gentes con discapacidad deseosas de gozar de la Naturaleza.
No todo va a ser salvaje, puro, original y por ende peligroso a veces o al menos de difícil acceso, recapacito luchando por digerir mi “desilusión”. Ellos también tienen derecho a desenclaustrarse, a recibir las energías de la tierra. Además, alguien me comenta que en invierno, helada, es un espectáculo fantástico. Sera.

Bueno, la verdad es que las desilusiones dan palo, ahora me entran ganas de desquitarme, de hacerme un regalo… antes de subir a mi refugio pasaré un par de horitas a remojo en la UPPER HOT SPRING, para entendernos una especie de balneario rustico de aguas sulfurosas. Pensaba yo.
Salen estas aguas de la SULPHUR MOUNTAIN, de una grieta profundísima de las entrañas de la tierra. Mucho antes de 1880 los indígenas utilizaban estas aguas, que consideraban sagradas, para sus curaciones.
Por aquel entonces aparecieron los trabajadores del ferrocarril y empezó una enconada disputa sobre la pertenencia del milagro. El gobierno cortó por lo sano y las anexionó al BANFF NATIONAL PARK, patrimonio de la humanidad.
Desde entonces se han venido realizando obras para “mejorar” el surtidero, para ponerlo a la altura de otros famosos balnearios europeos de principios del siglo XX, en pleno fervor de las aguas curativas. Y ahora me viene a la memoria mi abuela materna que abogaba por “tomar las aguas” 10 días al año en un pueblecito de Guipúzcoa, Cestona, para mantenerse rozagante y estrechar los lazos del clan…
Me subo en el ROAM. En frente se sienta un joven estrafalario: fideo frágil, gorro de canario, ojillos chispeantes, pantalón vaquero que haría las delicias de los “pachucos”. Cuando abre la boca se le despeñan los dientes encabalgados.
¡Y, resultó ser un gallego! De un pueblecito cercano a la frontera de Portugal que hastiado de la falta de oportunidades, y aleccionado por un primo suyo, decidió tentar suerte en Canadá. Con él confirmé eso de que todos los caminos llevan a Roma, aunque, a veces, haya que tomar un atajo enrevesado y costoso (1000EU). Parece ser que, como en mi India, existen en España “facilitadores” eficaces y serios a precios exorbitantes, claro. Pero él ya estaba allí, trabajando, contento, medrando, gozando de toda la confianza de sus empleadores en la industria hotelera. Su horizonte se había ensanchado, hasta había aprendido a jugar al golf…gratis en los campos municipales.
Llego expectante, la RUNDLE MOUNTAIN me da la bienvenida.
“Quiero ir a la piscina exterior”, preciso. Me cambio y salgo a una especie de terraza rodeada de montañas. El agua está caliente, sí, pero no noto ningún olor demoniaco, azufrado. ¿Sería hoy el día de las trampas? ¿Me habría equivocado? No. Bien había leído yo a la entrada toda la historia por mí conocida. Luego me enteré de que desde el año 2000 no sale agua del surtidero en invierno y las autoridades deben suplirla con las del suministro municipal, calentándolas a igual temperatura.
Me sumerjo, saco media cabeza y me abrazo a cada una de las montañas que voy recitando como plegaria. Ha salido el viento gélido de la tarde, es hora de recogerse, pero aun debo esperar un rato congelándome porque no puedo con la taquilla de la ropa y tengo que esperar a que aparezca alguna de estas mujeres exultantes del HOT SPRING.
Para cuando llego al albergue las sombras ya se han apoderado del camino. Tiritando, empujo el portón, recibo la llave de la jovencita de turno entelefonada y enfilo directamente a la cocina.
Mañana el GLACIAR ATHABASCA me espera.

FOTOS: Cortesía de GOOGLE

7 comentarios:

  1. Hola! Asi fue como yo "descubri" el LAKE LOUISEesa manana de mayo...
    Todavia que quedo embelesada con su recuerdo, tan vivido.
    Saludos

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  2. Hazle caso a tu a buela y vete a Cestona que es una gozada jajajaja. Yo ya he escrito de los que mas utilizo y me gustan todos. De la misma forma que me gusta la naturaleza aunque sea de peces pequeños, con tal de que los turistas no sean "grandes". Si, de esos que ocupan todo el espacio como los dueños de lo que tu quieres ver y fotografiar y te lo tapan. Definitivament prefiero que no haya gente, y si la hay que calle "para siempre". Que la madre naturaleza habla si se la escucha.

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  3. Hace poco tiempo pase por alli y me quede sorprendida del cambio operadoÑ restaurado precioso!
    Es que yo no soy de balnearios...
    Los turistas coleccionistas son los destructores de la Naturaleza, acaban con ella y le roban el alma.
    Ni te imaginas lo que paso al dia siguiente (sabado) en el Lake Louise. De desmayo! Yo casi imploraba una avalancha.
    Besos

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  4. Estos gallegos!!. Están por todos los sitios.
    ¡Qué cosas vemos cuando hacemos trayectos desconocidos!. De vez en cuando, mucha bobada.
    Besos, 'campeona de Pondy'.

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  5. Este era un "genio". Ya se habia organizado la vida con todo detalle. Simpatico el!
    En Canada, o dispones de un todo terreno y mucha pasta, o te conformas con las ciudades y lo que puedes descubrir escapando de los tours operators...
    De todas formas, buena experiencia de como se doma y corrompe una naturaleza privilegiada para disfrute de algunos y beneficio de unos pocos.
    Inversiones millonarias privadas en parques nacionales...
    ?Como se entiende? Las protestas de los ambientalistas es papel mojado.
    Besos

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